¿Cuál es el beneficio de practicar la reflexión?
Por Dalia Guadalupe De la Peña Wing
En la actualidad, las redes sociales, la publicidad y los medios de comunicación fomentan formas de relacionarnos, modas e información tergiversada que muy poco o nada abonan a nuestra capacidad de pensamiento crítico y de elección personal.
Si reflexionamos, nos daremos cuenta de que gran parte de ello no nos gusta ni nos identifica; no nos satisface ni nos proporciona valor alguno. He ahí la importancia de practicar la reflexión y desarrollar la capacidad para identificar nuestras emociones y el por qué de cada una de ellas.
Las emociones son como anteojos de colores. Solemos ver de distinto modo una misma cosa, dependiendo de los anteojos que traigamos puestos; en este sentido, debemos entender que cada persona tiene puestos unos anteojos diferentes. Por ejemplo, si usamos los lentes del enojo o de la frustración para cualquier cosa o situación que se nos presente, esta nos parecerá molesta, amarga o intolerable.
Cuando somos capaces de manejar nuestras emociones, es como si nos sentáramos frente a la televisión sabiendo que podemos ver comedias, dramas, historias de amor o de terror. Dependiendo de lo que queramos, elegiremos qué canal ver. De la misma manera, cuando reflexionamos sobre nosotros mismos, sabemos que tenemos todos esos “anteojos”, así como un vasto menú de opciones sobre las cuales tomar decisiones a partir del reconocimiento, la aceptación y la gestión (ojo, no controlar) de nuestras emociones.
Reflexionar, entre otras cosas, nos ayuda a perdonarnos por aquello que no logramos o no hemos podido alcanzar. Muchas veces nos sentimos frustrados por no tener aquello que creímos que nos resolvería la vida.
Pero si reflexionamos, podremos tolerar esa frustración y darnos cuenta de que esta aparece cuando hemos estado atentos solo a esa expectativa que nos hicimos, mientras dejamos de ver nuestros propios recursos y herramientas, que son los que nos van construyendo como personas y cimentando nuestro futuro.
La capacidad de la introspección personal la tenemos todos, pero debemos desarrollarla. El trabajo de reflexionar es un trabajo diario y permanente; muchas veces profundo, a veces ligero; otras doloroso y unas más gozoso; pero nunca, definitivamente, es un trabajo simple ni rápido.
Practicar la reflexión nos ayudará a tomar decisiones más asertivas en los diferentes ámbitos de nuestra vida; nos permite enfocarnos en lo que realmente queremos o deseamos y tomar medidas para lograrlo: además, mejora las relaciones que establecemos con las demás personas.
Practicar la reflexión te ayuda a aprender de tus errores, a generar nuevas ideas, a darte cuenta de tu perspetiva y la forma sobre cómo puedes mejorarla. Nos permite tomar las riendas de nuestra vida y salir de la inercia; nos permite tomar conciencia de nuestras decisiones y a ser más felices.
En el área del aprendizaje, el acto de reflexionar nos ayuda a analizar nuestros procesos sobre cómo aprendimos algo, qué aciertos y qué errores tuvimos para aprender de ello; nos ayuda a ser más creativos, pues buscamos otras soluciones; además, nos ayuda a tener aprendizajes más duraderos.
Una de las herramientas más eficaces para reconocer y expresar nuestras reflexiones es escribir un diario en el que se describa:
“Cuando pasó _______, yo me sentí _________ y me gustaría que __________”.
O bien, detenerse a pensar en el rumbo que ha tomado nuestra vida en los últimos meses. Escribir, por ejemplo:
Me doy cuenta de que _____________.
Esto me hace sentir _____________.
Me gustaría que _____________.
Lo anterior nos servirá para detectar nuestros patrones de conducta.
Tanto la meditación personal como explorar diferentes disciplinas artísticas son ejemplos de actividades que contribuyen a encender nuestro pensamiento.
De esta manera, estaremos recorriendo, poco a poco, el camino del autoconocimiento.