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5. ¿Qué sucede si careces de propósitos?

¿Qué sucede si careces de propósitos?

Por Mtra. Maritza Verónica García Montañez

Si no me planteo propósitos difícilmente podré tener beneficios en mi vida. Carecer de propósitos es arriesgarse a vivir enajenado, dependiente, frustrado, frenado, inmovilizado, retrasado, bloqueado, incapacitado y paralizado.

Vivir sin propósitos supone vivir con un vacío existencial, es vivir adormecido, a ciegas, sin explorar las posibilidades de realizar una vida plena en función de mostrar las capacidades, los talentos, el temperamento y el carácter propios.

No proponerse metas, objetivos, determina vivir enajenado; es decir, viviendo de lo que la sociedad dicte y los demás seres con quienes conviva; por ejemplo, ganar el sueldo que la sociedad cree que debo tener en función del número de folio o trabajador que soy, en lugar de ganar el salario justo en función de mi conocimiento, esfuerzo, responsabilidad, propósitos personales y de vida.



Si se carece de propósitos se depende de lo que los demás digan qué se debe hacer, a dónde ir, cómo vivir. Depender, ya sea de un familiar, jefe, grupo, organización, sociedad, destruye, pues genera un sentimiento de incapacidad para tomar decisiones propias; se detiene el desarrollo mental, emocional, espiritual. Simplemente puede convertir a una persona en una especie de marioneta que se mueve por los hilos de los demás, no por propia voluntad, conocimiento, fortaleza, valentía, esfuerzo y responsabilidad.


Es frecuente que quien no se atreve a tener propósitos personales o no busca encontrar sus propósitos de vida, sea una persona paralizada, inmovilizada en cuanto a la actitud, el ánimo, la motivación con la que se vive.

Incluso, puede soñarse despierto, pero sin el esfuerzo, sin la responsabilidad que implica proponerse algo; sin la voluntad, sin la planeación que se requiere, como cuando sí se tienen propósitos concretos, específicos, claros, congruentes y coherentes.

Sin propósitos se puede permanecer sentado en una silla deseando terminar una licenciatura, pero sin estudiar o resolver tareas. O desear casarse con tal persona que hasta la boda se imagina, sueña con la fiesta, pero sin tener empleo ni qué ofrecer ni qué compartir ni dónde vivir... así no se concretará tal deseo.

Una idea errónea es que tener propósitos es desear vivir en abundancia. Y eso promueve que muchos carezcan de estos debido a una falsa sencillez o humildad. Más bien quien carece de propósitos suele ser egoísta, egocéntrico y ególatra.

Es decir, egoísta porque no reflexiona en que alcanzar metas implica compartir, en lugar de solo soñar y vivir con escasez. Egocéntrico porque solo presta atención a los intereses propios, y se comporta únicamente para satisfacer sus deseos y necesidades; por lo tanto, tampoco participa en los intereses, gustos, planes, trabajo y vivencias en común. Ególatra, porque se da una admiración enfermiza, irracional, excesiva hacia la propia persona, lo cual impide disfrutar con los demás la vida misma.

A un ser egoísta, ególatra y egocéntrico le falta humanidad compartida, le sobra narcisismo (sobreestimación de las propias capacidades), por lo que no se pone propósitos en la vida, pues cree que lo puede todo, lo tiene todo, es lo máximo.


Por lo tanto, que un ser carezca de propósitos le dibuja como un ser débil, no confiable; es decir, un ser que muestra poco ánimo y falta de valor para emprender acciones.

Quien carece de propósitos afecta su ámbito familiar, laboral y de amigos. Pues no comparte el entusiasmo vital por alcanzar metas, por vivir con energía, trabajando en pro de lo que se quiere, de lo que se requiere, de lo que se merece, de lo que importa.



No tener la valentía y el ímpetu de proponerse hacer algo, de lograr algo, de tener algo, es como dejar desaprovechada la vida, como dejarse morir poco a poco, aunque se esté inhalando y exhalando.

Cuando se carece de propósitos en la vida, se carece de vitalidad, de fortaleza. Se desperdician capacidades, se desconocen motivaciones inherentes, se anulan posibilidades de prosperidad, se malgasta la energía vital, se estropea el crecimiento sano, racional, objetivo, consciente, benéfico para vivir en paz, con alegría, con gozo, con amor, con ecuanimidad y sabiduría.

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Si carezco de propósitos me despido lentamente de la vida valiosa que puedo tener y vivir.

Desaprovecho mi cuerpo, mi cerebro, mi espíritu. Es adolecer al derecho de ser.