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7. ¡Señales de alerta!

¡Señales de alerta!

Por Mtra. Maritza Verónica García Montañez

Si no se proyecta una vida hacia un presente atento que permita un futuro estable, se presentan las siguientes señales de alerta:

• Intranquilidad

• Escasez económica debido a la de falta de propósito y esfuerzo

• Inteligencia emocional insuficiente

• Carencia de vitalidad

• Sentimientos de incompetencia

• Autolimitación

• Autosabotaje

Dentro de las consecuencias que producen estas carencias están:

  •  Dolores de cabeza

  •  Sufrimiento

  •  Miedo

  •  Autoestima baja

  •  Apatía

  •  Pereza

  •  Insensibilidad

  •  Inconsciencia


El miedo es una de las principales emociones que experimenta un ser humano, la función biológica de este es defender al organismo ante un peligro y favorecer la supervivencia. Pero un miedo constante, exagerado, es un obstáculo que impide el crecimiento, el desarrollo y la productividad. El miedo frena la intención de tener propósitos, no sólo personales sino en la vida.

Es como si el miedo fuera un guardaespaldas. Ante una situación de riesgo o de peligro, el guardaespaldas razonable, lógico, ecuánime, simplemente le dice a su protegido: por favor, salgamos de aquí; lo lleva a un lugar seguro y le pide se quede ahí mientras se investiga la situación.

Pero cuando el miedo se convierte en pánico, o en parálisis de actuación o pensamiento, es como si fuera un guardaespaldas irracional, paranoico, que empuja a su protegido y le grita, haciéndole sentir más presión sin sentido y estrés, o lo paraliza sin poder resolver la situación y poniéndolo aún más en peligro.


La ausencia de una autoestima, idealmente alta y estable, predispone al sujeto a no proyectar una vida amable, agradable y con bienestar. Significa también no poder tener propósitos, pues la valoración personal que se requiere para concebirlos cambia fácilmente.

Sentirse menos, diferente o incapaz, provoca una falta de autoestima que generará problemas tanto familiares como laborales, pues la conducta exhibe una falta de confianza, de empuje, de seguridad, de autocuidado y amor por sí mismo.

La autoestima es a la valoración positiva o negativa que uno hace de sí mismo. Encarna la autoconfianza y hace que el individuo posea fuerza de voluntad que utiliza como motivación apropiada y entusiasta. Implica la predisposición a saberse apto para la vida y para satisfacer las propias necesidades, sentirse competente para afrontar los desafíos que van apareciendo y merecedor de felicidad.


La apatía es un estado de desinterés y falta de motivación o entusiasmo en que se encuentra una persona y que se comporta indiferente ante cualquier estímulo externo.


Más que una señal de alerta es una tristeza, es esta actitud ante la vida de pasividad, de indolencia, de falta de energía vital. Es desperdiciar las potencialidades inherentes de cada ser humano.

La pereza es una señal de alerta en cuanto supone negligencia, flojera o descuido.

Las personas con características de pereza, muestran escasas habilidades sociales, dificultad para decidir y, sobre todo, una franca infravaloración de su propio potencial. Además, son egoístas y esperan que todo les llegue con facilidad, o simplemente, no lo esperan.

La insensibilidad es la falta de capacidad de percibir las emociones o situaciones ajenas o propias.

Una persona insensible es alguien con tal bloqueo o represión emocional, que no es susceptible a los sentimientos o problemas de los demás y menos a ser compasivo. Es incapaz de apreciar algo o a alguien, o de reaccionar emocionalmente ante ello. Tienden a la burla y la intimidación, no son responsables socialmente; por lo general tienen escasa tolerancia a opiniones diferentes.

Un ser sin propósitos por lo general es insensible, pues no se compromete a relacionarse con los demás con el fin de lograr metas en común.

Ser inconsciente es no darse cuenta de las situaciones propias o de los demás; se tiene una falta de percepción o reflexión sobre las consecuencias de estas.

Se trata de una persona que ha perdido la facultad de reconocer la realidad, no la percibe ni la siente. Es un ser que sobrevive o lo hace de manera refleja; sin propósitos, sin amor a la vida, sin compromiso personal, con autoestima baja y poca valoración de sí mismo.

El ser inconsciente lastima no solo a su ser, pues se desaprovecha y se destruye al no utilizar su potencial. También afecta a su familia y a la sociedad en la que vive.

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No tener propósitos implicaría no tener autocompasión, pues estar en una situación de improductividad o inmadurez, genera sufrimiento, incomodidad y pesar.

Fijarse en los propósitos implica tener compromisos personales, incrementar nuestra confianza y autoestima.