
¿Qué sucede si no sales de una zona de confort sin bienestar?
Por Mtro. Antonio Lojero Ruaro
Permanecer en la zona de confort puede parecer fácil y cómodo, pero resulta indispensable tener claro que en algún momento se requiere enriquecer y ampliar la gama de opciones para continuar evolucionando en un mundo que demanda seguir aprendiendo cosas nuevas e incorporarlas a nuestra vida.
La zona de confort puede tener ventajas siempre y cuando no te impida crecer y desarrollarte a largo plazo. Encontrar un equilibrio entre la comodidad y el crecimiento personal es clave para alcanzar el éxito en tus esfuerzos y metas.
Continuar en la zona de confort sin realizar cambios puede tener diversas desventajas, como las siguientes:
- Disminución de la calidad de vida. La ausencia de metas y motivaciones necesarias para el crecimiento personal o la paralización frente a la demanda de un futuro cambiante nos lleva al estancamiento, la insatisfacción o incluso el aburrimiento, lo que afecta la salud cognitiva y emocional. Además, la rutina y la ausencia de nuevas experiencias pueden limitar el desarrollo de habilidades, lo que impide que las personas alcancen su pleno potencial y disfruten de una vida más enriquecedora y significativa.
- Disminución de la autoeficacia. La evitación de desafíos, nuevas
experiencias y oportunidades te impedirá poner en juego tus
capacidades. A la larga, disminuirá tu campo de acción y tus
posibilidades de realizar nuevas tareas, lo que se convertirá en una
condición autolimitante.
Esto reducirá tu confianza a la hora manejar situaciones difíciles o nuevas, lo que creará un ciclo de dependencia en lo conocido y rutinario, limitando el crecimiento personal y profesional. La falta de oportunidades para superar obstáculos también puede disminuir la motivación y la confianza en la propia capacidad para lograr objetivos futuros. - Deterioro de la resiliencia. La resiliencia está definida por la Organización Mundial de la Salud como la capacidad del ser humano para hacer frente a las adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas. Esta puede deteriorarse si permaneces en la zona de confort por mucho tiempo, pues al no poner en juego tus habilidades y tus capacidades, bloqueas la posibilidad de explorar opciones, de sobreponerte a las adversidades y de reconocer el apoyo social con el que cuentas, así como de fortalecer una visión optimista que te permita una actitud positiva al afrontar los problemas que se puedan presentar.
- Comportamiento rutinario. Instalarse en la zona de confort puede evitar emociones como el miedo y la ansiedad. Sin embargo, esto puede llevarte a un comportamiento rutinario que, ciertamente, estará exento de riesgos, pero también puede generar un estado de pasividad, de apatía e, incluso, de ausencia de sentido de vida.
- Desarrollo limitado. Realizar el mínimo esfuerzo, evitar tener retos (por eludir el riesgo) e insistir en permanecer en lo conocido y rutinario limita tu crecimiento y tus posibilidades de desarrollo: se convierte en un obstáculo para generar bienestar en tu vida.
- Monotonía. Evitar la posibilidad de vivir nuevas experiencias aumenta la actitud de pasividad, de pérdida de incentivos para continuar aprendiendo y relacionarse. En este sentido, podrías experimentar una sensación de monotonía y de abulia; es decir, de falta de voluntad o energía para realizar actividades o bien, perder la capacidad de sentir motivación por mejorar el estado laboral, familiar e incluso, el cuidado personal y establecer otras interacciones sociales.

Imagina que en tu comunidad hay un parque, pero está sumamente deteriorado: hay juegos para los niños, pero están rotos; existen aparatos para realizar ejercicios al aire libre, pero ya no funcionan; hay bancas para sentarse e incluso mesas para compartir alimentos, pero están deterioradas; hay basura y la hierba está crecida.
Salir de la zona de confort implicaría organizarse con el vecindario para obtener apoyos y colaborar en el arreglo de ese parque, en el que niños, jóvenes y adultos podrían jugar, pasear, tomar sus alimentos y pasar un buen rato en un lugar agradable, cerca de sus casas. Podrían, por ejemplo, realizar juntas para organizarse, invertir su tiempo y creatividad para conseguir recursos materiales en dinero o en especie, incluso apoyos institucionales. El beneficio sería para toda la comunidad, pues podrían contar con un lugar agradable.
- Aumenta la calidad de vida de toda la comunidad.
- Se incrementa la autoeficacia de todas las personas participantes.
- Fortalece la resiliencia comunitaria.
- Genera la posibilidad de establecer o fortalecer lazos comunitarios, familiares y personales, así como de aprender que el bienestar colectivo beneficia a cada una de las personas de la comunidad.
En una situación como la que se ha mencionado:

Si permanecemos en nuestra zona de confort sin bienestar, corremos el riesgo de estancarnos en una rutina que limita nuestro crecimiento personal y profesional.
Es fundamental buscar el equilibrio y la expansión para alcanzar una vida plena y sa9sfactoria.