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3. ¿Qué es seguir aprendiendo?

¿Qué es seguir aprendiendo?

Por Dra. Benilde García Cabrero

En la actualidad, la educación ya no se considera un proceso que termina al comienzo de la edad adulta o tan pronto como los estudiantes abandonan la escuela. La educación es un proceso continuo de construcción de conocimientos, actitudes, valores y habilidades a lo largo de la vida, por lo que seguir aprendiendo se ha definido como un proceso continuo de construcción de saberes, actitudes, valores, habilidades y destrezas nuevas o de modificación de las existentes.

El aprendizaje a lo largo de la vida surge como respuesta a la demanda de nuevos conocimientos relacionados con los nuevos mercados laborales, también como necesidad de autosuperación o bien para mantener un nivel de empleabilidad, es decir, el conjunto de habilidades y conocimientos que permite a una persona ampliar la posibilidad de conseguir un trabajo.

Actualmente, la escuela no es el único lugar que asume el rol educacional, pues en diversos contextos se pueden desarrollar actividades de educación que promueven procesos de aprendizaje formal, no formal e informal.






Siempre seguimos aprendiendo a lo largo de nuestra vida, por lo tanto, el aprendizaje permanente se considera una necesidad y una oportunidad. Una característica del aprendizaje continuo es que las personas que participan en él tienden a traer consigo experiencias de vida de su pasado, en especial cuando aprenden un tema, lo que lo convierte en algo muy rico y significativo.

El aprendizaje permanente se considera uno de los factores clave de la sociedad y la economía del conocimiento. La Comisión Europea lo considera como un elemento crucial para la transición a la "sociedad basada en el conocimiento" y una respuesta importante a los desafíos sociales, la competitividad y el empleo.

Así, el proceso educativo debiera tender a lograr que las personas sean capaces de seguir aprendiendo fuera de los ámbitos educativos formales, para propiciar que cada persona pueda ser “maestra de sí misma”, eligiendo la “autodirección” como forma de vida.

Hay muchas razones por las que resulta beneficioso seguir aprendiendo, una de ellas es la de mantener una buena salud mental que nos permita manejar el estrés y distinguir y comprender nuestras emociones, en especial porque:





Frente a situaciones complicadas o problemas, nuestro cuerpo experimenta la reacción de luchar o huir (una respuesta fisiológica ante la percepción de amenaza o miedo), lo que nos mantiene en un constante estado de estrés, secretando adrenalina y cortisol, presentes durante el estado de alerta. Estas reacciones podrían hacernos pensar que las experiencias estresantes nos dejan marcados para toda la vida (dejando una huella en el cerebro) y que siempre vamos a reaccionar de la misma manera.



Sin embargo, el cerebro es maleable y puede transformarse de acuerdo con el curso de las experiencias vividas. Hablamos así de la neuroplasticidad: un proceso de adaptación del sistema nervioso de una persona a la influencia de factores ambientales, genéticos y epigenéticos; este último se refiere a las modificaciones genéticas que afectan la actividad de los genes sin cambiar la secuencia del ADN.

La neuroplasticidad también puede definirse como los cambios estructurales en las neuronas o en los circuitos neuronales, lo cual refleja la capacidad de estas células para cambiar y remodelarse a lo largo de la vida. Pero no solamente se crean nuevas conexiones, también se producen neuronas, proceso que se conoce como neurogénesis.

Los cambios en las neuronas se deben a experiencias psíquicas, afectivas y cognoscitivas, que pueden ocurrir cuando se produce una lesión en el cerebro y el sistema de conexiones neuronales necesita reorganizarse para recuperar las funciones de las neuronas dañadas. También ocurren cambios en las conexiones cuando algunas funciones no se practican; entonces el cerebro poda o corta esas conexiones, por ser poco funcionales o no ser utilizadas.



Aprender algo nuevo una y otra vez es un ejercicio excelente para el cerebro. De esa manera se forjan nuevos patrones neuronales que ayudan a desarrollar nuevas conexiones cerebrales, aumentando la capacidad de este órgano.

 

A través de la neuroplasticidad, un conductor de transporte público, por ejemplo, es capaz de memorizar y recordar visualmente las rutas por donde debe o puede pasar, así que, cuando se dirige a un lugar, sabe exactamente por dónde conducir, sin tener que realizar ningún esfuerzo adicional.

El cerebro simplemente se adaptó mediante los hábitos e incrementó, además, la memoria visual-espacial.

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La búsqueda constante del conocimiento estimula conexiones neuronales y enriquece nuestra vida.

De esta manera, promovemos tanto el desarrollo cognitivo como el emocional.