¿Qué sucede si no sigues aprendiendo?
Por Dra. Benilde García Cabrero
Pensemos en nuestro cerebro como un órgano constituido por una enorme y compleja red de neuronas e interconexiones entre ellas, llamadas sinapsis. El cerebro tiene billones de neuronas y miles de billones de conexiones entre ellas; es el órgano más importante del cuerpo humano y posee la capacidad de cambiar su estructura física mediante una de sus características esenciales: la neuroplasticidad.
Las conexiones neuronales cambian de manera constante, lo que provoca que sean más o menos permanentes. Estas conexiones pueden crearse, eliminarse, hacerse más fuertes (más gruesas) o más débiles (más delgadas).
Por otra parte, las conexiones que no se utilizan se van debilitando. Seguir aprendiendo da lugar a más sinapsis o a reforzar las ya existentes, pero si no continuamos aprendiendo o practicando lo aprendido, las sinapsis se irán debilitando de manera paulatina.
¿Cómo se integra a la estructura cerebral lo que vamos aprendiendo?
Un recuerdo o memoria es un conjunto de patrones neuronales que se distribuyen en diferentes partes del cerebro. Cuando “usamos” estos patrones, esas memorias se activan, es decir, empiezan a trabajar juntas.
Un conocimiento simple, como la fecha del cumpleaños de un familiar o de un amigo, se representa como una red pequeña y simple.
En conocimientos más complejos, como cambiar una llanta del automóvil, jugar ajedrez, aprender a andar en bicicleta o bailar salsa, las redes serán más grandes y complejas, es decir, habrá una red conformada por varias redes. Cuantos más recuerdos y conocimientos se tengan, más redes únicas habrá en el cerebro.
Cuando no sabemos o no podemos realizar alguna actividad en concreto, es simplemente porque no se tiene una red neuronal ya formada para realizar dicha acción.
Cuando creamos nuevos conocimientos, se inicia un proceso de formación de una nueva red neuronal, en la cual se selecciona un conjunto de neuronas; ahí empiezan a crearse conexiones entre ellas, y es en ese momento que los nuevos conocimientos entran en nuestra memoria, lo que cambia físicamente nuestro cerebro.
Un cambio físico en el patrón de conexiones en el cerebro tiene su origen en actividades y procesos que se realizan al aprender y memorizar. Cada nuevo conocimiento se irá representando como una red con conexiones delgadas e inestables.
Las señales entran por dicha red despacio y con dificultad. La red responderá lentamente y producirá resultados inestables. Por lo que, intentar recuperar un conocimiento de una red recién creada es físicamente difícil y se terminan cometiendo errores.
Para superar esto, es necesario seguir practicando constantemente para activar la red y reconocer dónde estuvo el error: cada activación hará que las conexiones sean más densas, las señales pasarán más rápido y la extracción de conocimientos o habilidades se volverá más fácil y rápida. La práctica ayudará a que el conocimiento o la habilidad se convierta en un hecho automático e inconsciente.
Cada vez que se practica, se reorganiza la red: algunas conexiones se eliminan, otras se fortalecen y se agregan nuevas. Cada reorganización es un paso hacia una mejor configuración de la red y hacia la comisión de menos errores.
Cuando alguna información, conocimiento o habilidad que se adquirió en el pasado no es utilizada por un tiempo, puede ser borrada de la memoria. Si el tiempo es prolongado, se envía una señal al cerebro de que este conocimiento ha perdido su importancia.
La regla principal de funcionamiento del cerebro en relación con la información almacenada es: úsala o deséchala. Por tanto, necesitamos aprender, seguir integrando y fortaleciendo las redes neuronales para conseguir que las conexiones permanezcan.
Conectar el conocimiento adquirido con otros conocimientos y aplicar éste a tareas desconocidas o en diferentes contextos permite que una persona tenga un conocimiento profundo o más sólido.
Seguir aprendiendo en diferentes situaciones de nuestra vida ayudará a mantener saludable nuestro cerebro.